Blog 23 Molière, el bufón de la corte. El Tartufo

Después de que Molière dejara la prisión para deudores, abandonó la tragedia y se dedicó a crear un grupo de teatro que saliera de gira por toda Francia, dedicándose a la farsa. A la cárcel había entrado por endeudarse con su grupo de teatro dedicado a la tragedia. Se podría decir que este género lo mandó preso, mientras que con la farsa ganó mucho dinero.

Después de 12 años, de haber ganado experiencia, de haber madurado artísticamente, y haber encontrado el estilo que realmente correspondía con su persona y llegaba al público, quiso volver a Paris.

A través del hermano de rey Luis XIV, logra actuar en la corte. A su primera presentación acuden no solo numerosos cortesanos, si no también el mismísimo rey. Si bien la tragedia fue acogida fríamente, Moliere pide representar, para rematar con un final divertido, una pieza en un solo acto escrita por él, titulada „El Doctor enamorado“, de la cuál no ha quedado rastro alguno. Esta obra fue la llave que le abrió definitivamente las puertas de la corte. El rey le otorga un teatro donde llevar adelante las representaciones.

A partir de aquél momento, Molière se transforma en el bufón de la corte francesa. Algunas de sus obras no logran pasar la censura, pero con el beneplácito del rey pueden ser llevadas adelante. Este es el caso de „Las ridículas preciosas“ y como veremos más adelante, también de Tartufo.

Los reyes no pretendían tener a un abyecto que les hablara de lo que ellos vieran con buenos ojos. Su poder era tan absoluto que no temían las insinuaciones que ponían en tela de juicio muchos aspectos de la rígida sociedad francesa. Los abyectos eran los señores de la censura, representada por la iglesia.

Un ejemplo del cuestionamiento del orden social fue la pieza „La escuela de los maridos“. En ella, un moribundo, les confía a dos amigos la custodia y crianza de sus dos hijas. Uno de ellos educa a una de ellas con los preceptos de la época, es decir, la de una mujer oprimida en los límites del hogar, sin que pueda atravesar las paredes que la separan del mundo. La otra hija es educada sin límites, permitiéndole las salidas y diversiones, de acuerdo a su edad. Esta comparación entre dos modelos produce un gran éxito de público, ya que pone el dedo en la yaga, abriendo una discusión en relación a aspectos sociales de la época.

Para ese entonces, Jean Baptiste Coquelin, alias Molière, goza de una gran reputación y logra hacer en su doble función de actor y dramaturgo, una pequeña fortuna.

„Tartufo“ sufrió la misma suerte que „La escuela de los maridos“. Fue prohibida con la justificación de que ponía en duda los valores religiosos. El arzobispo de Paris veía peligroso mostrar sobre el escenario a un mentiroso, a un farsante escondiéndose en los valores religiosos, ya que pondría en tela de juicio a aquellos que sentían sus convicciones verdaderamente.

El caso es particularmente curioso, ya que al rey Luis XIV le había gustado la pieza y gracias a su intervención, se pudo volver a representar después de una largo periodo de haber sido prohibida. Esto sucedía en el año 1667. Sorprende más aún cuando pensamos que en la Comunidad de Madrid se acaba de prohibir la obra „Muero porque no muero (La vida doble de Teresa) de Paco Bezerra en „Los Teatros del Canal“, ya que una moderna interpretación de la Santa hoy en día no coincide con la imagen que ha propagado la iglesia en los últimos 500 años.

El protagonista de la obra, Tartufo, logra embaucar a parte de la familia de Orgón con su devoción religiosa, y consigue que le ceda su fortuna. Si bien Orgón y su madre son advertidos permanentemente, ellos, en su ceguera, no pueden ver las intenciones del sujeto. Es más, Tartufo llega a confesar sus intenciones, y así y todo, ellos siguen creyendo en lo que necesitan creer, no estando dispuestos a cambiar su visión del mundo, a pesar de las sobradas muestras que les da la realidad.

Esta metáfora no ha perdido en actualidad. Nos muestra lo difícil que es ver la realidad más allá de nuestra visión de ella. La realidad no existe como tal, si no, nuestra interpretación de ella. Convence más la puesta en escena que el contenido.

Esto sucede en todos los ámbitos de la vida, y nos desespera ver que el otro realiza una lectura tan diferente a la nuestra de un hecho político, una ley, un partido de fútbol, etc.

Tal vez hoy en día esta pieza nos recuerda también a muchos grupos religiosos evangelistas, sectas de todo tipo que hacen fortunas con la buena fe de la gente.

El Tartufo es una obra construida notablemente en forma de novela policial. Cuando pensamos que tomará un giro determinado, nos sorprende por lo inesperado de las reacciones hasta el final de la obra. Incluso la expectativa que crea el autor alrededor de Tartufo es notable, ya que este hace su primera entrada recién pasada la mitad de la obra. Hasta ese momento, lo conocemos a partir de la opinión de sus seguidores como de sus detractores. Recién muy avanzada la obra, podremos hacernos una idea propia del personaje.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *