Blog 24 «El teatro para niños»

Recuerdo que unos días antes de partir definitivamente hacia Alemania, asistí a una obra infantil en Buenos Aires. Yo había terminado de estudiar dirección escénica y nunca me había ocupado durante mi estudio del teatro infantil. Para mí, se trataba de un terreno desconocido. En aquella función, recuerdo haber apuntado en una libreta que llevaba a todas partes, y extrayendo conclusiones de lo que había visto, que para poder llegar a los  niños, se debe crear un mundo fantástico, con grandes objetos y fuertes colores, un estilo expresivo y grandilocuente de interpretación y sobre todo, un ritmo muy rápido, sin pausas que puedan provocar la desconexión de los niños. Estaba convencido de haberme llevado de aquella función una receta inequívoca e infalible.

Al llegar a Munich, pasé por un teatro en la Dachauerstrasse, „Das Münchner Theater für Kinder“, y al ver las fotos de las producciones, se confirmaban mis conclusiones extraídas de mis observaciones en la función de Buenos Aires.

Sin embargo, todo aquel mundo que se había construido en mi cabeza acerca del teatro infantil, se desmoronó como un castillo de naipes al asistir por primera vez al „Theater der Jugend“ en el Elisabethplatz de Munich. No recuerdo porqué fui a ver aquella función. Tal vez me llamó la atención el título de la obra: „Esperando a Godot“. Creo que, si mi memoria no me traiciona, recién en el hall del teatro me enteré de que se trataba de una versión para niños. Mi sorpresa fue mayúscula al constatar durante la función, que no había grandes objetos, ni colores, ni un estilo ampuloso de actuación. Esta función me fascinó, porque rompía todos los esquemas de lo que había creído, debía ser el teatro infantil. La forma se asemejaba mucho al teatro para adultos. En cuanto al contenido, el tema de la espera es inherente a la infancia. Se espera llegar cuando se sale de vacaciones, a cumplir años, a que baje el sol para poder jugar al fútbol, a ser mayor de edad, a que venga Santa Klaus o el niño Jesus, según los países. Recuerdo haber visto una función completamente despojada, con actores vestidos sencillamente y pausas muy largas. Los personajes se aburrían, inventaban determinados juegos que no terminaban de satisfacerlos y volvían a aburrirse.

Al terminar la función, borré todo lo apuntado en mi libreta de apuntes teatrales, para volver a hacer notas nuevas. Estaba fascinado. Había entendido algo con esta función, que guiaría mi futuro accionar a la hora de dirigirme a la infancia desde el teatro. No se trata de tomarlos como disminuidos intelectuales, no se trata solamente de divertirlos, no se trata de reproducir lo que nosotros vimos en el teatro cuando éramos niños muchos años antes. Por el contrario, sí se trata de tomarlos en serio como seres humanos que son, y darles respuesta a sus problemas, a confrontarse con las preguntas que se hacen acerca del mundo, de la existencia, de los conflictos que surgen a partir de la socialización. Nada más errado que subestimar a los niños. El arte para niños debe ser realizado por grandes artistas, que traten de una manera apropiada los temas que les incumben, y que no son otros que movilizan también a los mayores. La muerte, la soledad, el bullying, el abandono, la búsqueda de la felicidad, la atracción, los celos, etc.

No todos los grandes temas del ser humano son inherentes a los niños. Desde ya que hay temas que son pertinentes a determinadas franjas de edad, como las relaciones de parejas, el envejecer, la crisis de la mediana edad, etc. Es verdad también que hay temas que son muy propios de la infancia, como la ruptura del cordón umbilical, la definición vocacional u otros.

No debe haber temas tabúes en cuanto al teatro para niños. Todo lo que les mueve es lo que debe tratarse. ¿Y en cuanto a las formas? Creo que aquí tampoco debe haber tabúes. Desde ya hay algunos elementos que pueden constituir un denominador común: la liviandad, el juego, los quiebros, las mezclas de estilos. ¿Pero acaso esto estaría reñido con el teatro para mayores? Tal vez, lo único que diferencie al teatro para mayores del teatro para niños, sea la complejidad del idioma, la duración de los espectáculos, los temas que que sean propios para los niños y la complejidad de las ideas y pensamientos.

Hace muchos años me hicieron un reportaje en donde dije que cuando hago teatro para niños, pienso en los mayores, y cuando hago teatro para mayores, pienso en los niños. Esto significa que en el teatro para niños nunca se debe bajar del nivel en que releguemos a los mayores a meros acompañantes del público joven. El mejor elogio que siempre se me hizo en los espectáculos que he dirigido para niños, es decirme que no eran tan solo para niños. Creo que se debe construir el espectáculo con varias capas dedicadas cada una a un espectador distinto. Es verdad, por ejemplo, que los niños no entienden determinadas alusiones a hechos que sucedieron en otro época, o no suelen entender las ironías. Esto no querrá decir sin embargo, que no se pueda introducir en el espectáculo estos elementos, sin abusar de ellos. La pregunta que me hago siempre es: ¿pueden los niños seguir la trama a pesar de alguna alusión no entendible?

Por todo esto, prefiero utilizar muchas veces la denominación de „teatro familiar“.

Cuando en el año 1996 asumí la dirección artística del „Junges Theater Zürich“, que más tarde pasó a llamarse „Theater an der Sihl“, me propuse que las mismas obras que se daban a la mañana para las escuelas, se den a la noche para mayores. Este experimento tan osado terminó, no sin esfuerzo, funcionando. A la mañana dábamos los espectáculos para escuelas, de jueves a sábado por la noche para mayores y muchas veces, los domingos a la tarde para familias. Esto significa que una obra de teatro no es para mayores o para niños. Una obra de teatro es apta a partir de determinada edad, como en el cine.   

1 thought on “Blog 24 «El teatro para niños»”

  1. Muchas gracias Marcelo! 😀

    Qué interesante todo esto que cuentas. Me flipa que se hiciera «Esperando a Godot» para niños! Me parece una idea genial.

    Desde que escribí «Virtudes» le he dado muchas vueltas a lo que puede ser o no teatro familiar; lo que funciona o no funciona para niños y me he encontrado aquí en Finlandia con muchos prejuicios al respecto.

    Un placer, como siempre, leerte.
    Un abrazo,
    Paula

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