El teatro épico incluye no sólo un nuevo repertorio de temas y actitudes, sino además un nuevo concepto de la puesta en escena y un nuevo estilo de actuación. Así como el filósofo no sólo debe interpretar la realidad sino que debe transformarla, así el teatro que surge del marxismo debe comenzar por cambiar el teatro, acordándolo con nuevos sucesos, nuevas ideas y nuevas interpretaciones de la historia. La puesta en escena y la actuación deben producir una sensación peculiar, que Brecht denomina «Verfremdung» y nosotros llamaremos extrañamiento. Se trata de que el espectador reconozca y no reconozca del todo lo que sucede; que comprenda y a la vez se inquiete; que le resulte vagamente raro, no común, curioso, que perciba como un tanto enigmático, pero no indescifrable lo que está viendo, debe ver lo que ocurre con prevención y con sospecha, con toda clase de dudas, cuantas más mejor; sobre todo, el espectador debe comprender a los personajes pero no puede inducírsele a dejarse convencer por ellos.
Brecht pretendía que el espectador no acepte como sobreentendido lo que le sucede a los personajes. Él buscaba la manera de que la audiencia cuestione los actos de los personajes.
“La cuestión es la siguiente: ¿es posible gozar del arte sin la identificación…y qué nos podría aportar una manera nueva de hacer teatro?…Tomemos la ira de Lear en cuanto a la ingratitud de sus hijas. Por medio de la identificación puede el actor representar esa ira de tal manera, que para el espectador se trate de lo más natural del mundo…Por medio del extrañamiento, por el contrario, el actor representa aquella ira de Lear, de tal manera que el espectador pueda sorprenderse y acabe pensando en otras posibilidades que no sean la ira” (Die Stücke von Brecht in einem Band, Seite 996-997 Suhrkamp Verlag, traducción Marcelo Díaz)
Brecht era un gran admirador de Chaplin, de quien dice que «estaría más cerca del teatro épico que de los requerimientos del teatro dramático«. Cuando lo vemos por primera vez el espectador no sabe ubicarse, no entiende cómo debe tomarlo y se produce la sensación de sorpresa e inquietud.
Brecht acentúa, con su teoría de la actuación, en realidad, uno de los caracteres clásicos del teatro; y afirmó, con bastante razón, que el estilo «dramático» de interpretación había desfigurado al teatro clásico griego e isabelino, que no se caracterizaba con la producción de «empatía». Los griegos, en parte por actuar frente a un gran auditorio, pero también para producir el efecto que busca Brecht, utilizaban las máscaras y los coturnos; también los japoneses emplean máscaras muy sorprendentes, para un efecto similar; en las escuelas de danza de China se fuerza a los pies de los aprendices a no crecer y permanecer pequeños. En la forma más inmediata de espectáculo popular, el carnaval, el uso de disfraces y de máscaras tiene el mismo sentido: somos y no somos los mismos; sobre todo, en una determinada época del año, y sólo entonces. En el teatro griego teníamos a hombres, pero hablaban de una manera extraña, con una voz distorsionada por la máscara; eran un poco más altos que el común y caminaban de un modo diferente al normal. Sucede esto porque el teatro, según Brecht, no es un arte apropiado para sutilezas psicológicas, sino para la transmisión de grandes verdades.
“…Desde el punto de vista puramente técnico, también el teatro de otras épocas alcanzó efectos artísticos a través del extrañamiento, como por ejemplo el teatro chino, el teatro clásico español, el teatro popular de la época de Bruguel y el teatro isabelino…Los intentos deben proseguir. …¿Cómo puede… el hombre de este siglo horrible y grandioso tener un teatro que lo ayude a controlar el mundo?” (Die Stücke von Brecht in einem Band, Seite 998, Suhrkamp Verlag. Traducción Marcelo Díaz)
Los actores deben llevar adelante una doble perspectiva como actor y personaje. Pero debe dejar ver cómo el actor maneja el personaje. Este no es creado antes de la entrada del público, sino delante del público. El actor cuenta a través del personaje, se sirve de él para contar una historia en donde en todo momento se pone de manifiesto el hecho teatral sin pretender engañar al espectador.
De igual forma, otra característica importante del teatro épico brechtiano es la preponderancia del gestus, que es una actitud física o un gesto que representa la situación social de una época determinada y a la cual pertenece el personaje. El gestus posee un principio, un desarrollo, y un fin, así como también una parte denotativa (denota un gesto social y cotidiano), y una parte connotativa (proporciona un valor agregado y emblemático de una clase social determinada).