La comedia también vive de los contrastes. Un personaje muy alto y uno muy bajo. Uno muy gordo y otro muy flaco. (Oliver y Stan). Uno muy inocente, en un mundo de malvados y hombres rudos. (Chaplin). Si Oliver y Stan tuvieran el mismo volumen corporal, sería la mitad de divertido. Si Chaplin fuera un hombre tosco y musculoso como a los que él se enfrenta, no tendría nada de gracioso. Chaplin sale victorioso de los líos en los que se mete, porque justamente no pelea con los mismos medios que el mundo con el que rivaliza. Que él se agache de casualidad cada vez que le van a golpear, nos produce gracia, porque no es voluntario, y porque un forzudo no puede doblegar a un débil inocentón. Que patine varios metros en el hielo, nos produce gracia por la misma razón. Sin embrago, detrás hay una gran urgencia por salvar su pellejo.
La comedia causa risa si la urgencia de las situaciones nos lleva a cometer accidentes imprevistos, algunos incluso que no están en el texto del autor. La urgencia de Viola en representar un hombre en „Noche de reyes“ es tal, que cometerá errores permanentemente, ya que no es un papel que ella había tenido tiempo de estudiar. Alguna vez se equivocará en el tono de vos, o necesitará quitarse el corsé que le oprime los pechos, en un momento no muy recomendable. Igualmente Arlequino deberá llevar comida en un restaurante de la cocina a las mesas a una velocidad que no es propia de quien no conoce la profesión, amén de que sean exquisiteces reñidas con el hambre que lo acecha. Todos estos accidentes que nos provocarán risa, son a causa de la urgencia de los personajes. Es allí donde debemos insistir y no en el resultado. Estos accidentes deben ser interpretados con exactitud total. Cuando uno da una cachetada, el otro se agacha y la recibe un tercero que no tenía nada que ver con el conflicto. Cuando una puerta se cierra, otra puerta se abre. Cuando una puerta se abre, iba a salir una persona y ésta le da de lleno en la cara. Al mismo tiempo, dos personas intentan hablar al mismo tiempo, se callan y vuelven a repetir la operación. Es en estos casos donde debemos ser detallistas y resolver técnicamente estas cuestiones, antes de que se puedan actuar. Esto es timing y foco. Acá la incidencia del director es imprescindible, ya que los actores no pueden llevar a cabo este trabajo. Son cosas que hay que ensayar una y otra vez, alguien las debe observar de afuera, hasta que se domine la mecánica de las acciones.
La comedia es un genero difícil, porque debemos poner en escena la tragedia que nos hará reír. Es difícil, porque antes de que los actores puedan actuar, hay que resolver las acciones técnicamente y esto nos lleva mucho tiempo y dedicación. Es difícil porque hay que medir el ritmo hasta el último detalle.
La comedia es maravillosa porque nos habla de personajes en situaciones límites, que por la urgencia de los objetivos a alcanzar, cometen cantidad de errores que los llevarán a un absurdo tal, que provocará risa y por momentos, tristeza, en caso que aparezcan sentimientos en el personaje, que él no pueda controlar. Cuando aparece la identificación, se interrumpe la comicidad. A mí siempre me interesó combinar estos dos niveles, ya que le darán más riqueza al espectáculo.