Blog 26 Seis personajes en busca de un autor de Luigi Pirandello

La irrupción de la realidad en la ficción (o de la ficción en la realidad)

Será difícil encontrar en la literatura teatral universal un tratado filosófico más completo que la obra de Pirandello „Seis personajes en busca de un autor“. En ella vemos cómo el teatro renuncia a la trama, a la acción y a la tensión, para dedicarse de lleno a discernir los niveles de realidad y ficción que componen el hecho teatral. La obra se aboca a la reflexión filosófica de mentira y verdad, de ficción y realidad.

Mientras una compañía teatral se encuentra en los ensayos de la obra de Pirandello „El juego de los papeles“, entra un grupo de gente compuesto de seis personas, todos ellos producto de la mente de un autor que no llegó a plasmar su creación en el papel. En tanto no sean representados, ellos no tendrán identidad. Sin embargo, lo que han vivido los autoriza a considerarse reales, verdaderos y auténticos, a diferencia de aquéllos actores que distorsionan la realidad de los personajes con la falsedad de su arte.

EL DIRECTOR. ¡Todo lo que dice está bien! Pero ¿qué quieren aquí?

EL PADRE. ¡Queremos vivir, señor!

EL DIRECTOR. (Irónico.) ¿Por toda la eternidad?

EL PADRE. No, señor. Por lo menos un momento, a través de ustedes.

UN ACTOR. ¡Qué ocurrencia!

LA PRIMERA ACTRIZ. ¡Quieren vivir en nosotros!

Esta primera situación nos da la pauta de la urgencia que tienen estos personajes. Si ellos no son representados, quedarán en el olvido, como si nunca hubieran existido. Su vida depende de un grupo de actores, que en su ficción, los transformaría en reales, a pesar de constituir un filtro que les quite realidad.

Después de insistir durante un largo tiempo, el director de la compañía se decide por fin a representar la historia de aquéllos personajes. Sin embrago, lo que parecía que sería una gran satisfacción para el grupo de intrusos, se convierte en una pesadilla.

PADRE Sí, director, pero créame, me pareció muy divertido.

DIRECTOR ¿Gracioso? ¿Por qué divertido?

PADRE Admiro a sus actores, señor director, los admiro -el señor de ahí señalando al primer actor y la señora señalando a la primera actriz… ¡pero de verdad, esos no somos nosotros!

DIRECTOR Cómo pueden ser «vosotros» – ¡si son actores!

PADRE Exactamente, actores. Hacen bien nuestros papeles, los dos. Pero créame, a nosotros nos parece algo completamente diferente. Quiere ser lo mismo y no lo es.

DIRECTOR ¿Por qué no? ¿Qué es entonces?

PADRE Es… ahora es asunto suyo y no nuestro.

DIRECTOR Pero eso es natural. Ya se lo he dicho.

Los personajes no entienden la diferencia entre „la verdad“ y „la veracidad“, entre lo „documental“ y la „licencia poética“, entre la „realidad“ y „lo real en las condiciones de la escena“.

Recuerdo que hace unos años encargué  a la autora holandesa Suzanne van Lohuizen una obra sobre el Che Guevara llamada „Mi padre el Che Guevara“. La trama se desarrollaba a través de una de sus hijas, que interrumpiendo el fusilamiento en Bolivia, le preguntaba a su padre una seria de cosas, entre ellas, porqué se había marchado a pelear por la felicidad de otros niños en el mundo, habiendo abandonado a sus propios.

Cuando invité a su hija a asistir al estreno en Zurich, ella me pidió la obra para leer. A través de la Embajada cubana recibí más tarde una carta, donde se enumeraban la cantidad de falsedades existentes en la obra, pero centralmente, que ella nunca había cuestionado a su padre y nunca se había sentido abandonada. Nuestra intención al desarrollar la obra, había sido introducir un conflicto interior en el personaje del Che, que por su entereza y consecuencia, carecía de ellos. Me había parecido que el hecho de que la hija interrumpiera el fusilamiento, instalaba al espectador en el nivel de la ficción. Más tarde entendí que eso podría ser así para mí como profesional de las ficciones, pero no para ella, personaje real.

DIRECTOR Dame un poco más de cielo.

TÉCNICO ¿Qué?

DIRECTOR ¡Un poco de cielo! Un poco de fondo… ¡detrás de la cuenca!

La obra de Pirandello trata de uno de los temas más desgarradores del teatro: el tema de la verdad. Apenas contamos una anécdota vivida, la estamos distorsionando, apenas representamos un personaje delante de un público, carecerá de la verdad de la vida, transformándose en la verdad de la escena.

Al final de la obra uno de los personajes, „el muchacho“, se quita la vida con un disparo.

EL DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA ¿Se ha herido, se ha herido de veras?

ALGUNOS ACTORES ¡Sí, sí! ¡Está muerto, está muerto!

OTROS ACTORES ¡No! ¡Todo ha sido una ficción! ¡No lo crea usted! ¡Ficción, pura ficción!

EL PADRE ¡No! iNo es una ficción! ¡Es la realidad, la realidad, señores!

El DIRECTOR DE LA COMPAÑÍA ¿Ficción? ¿Realidad? ¡El diablo que se los lleve a todos! ¡Jamás me ha ocurrido nada semejante! ¡Lástima de tiempo que he perdido!

Tal vez, la obra de Pirandello trata de algo más complejo y profundo: de la verdad como categoría inexistente.

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