Criterios de composición del teatro de los Meininger 1

Como el propio Duque indica en una carta enviada a Paul Lindau, los criterios de composición eran: “Evitar la monotonía y la regularidad, huyendo de las composiciones centradas y simétricas. Evitar las alineaciones y paralelismos entre los elementos escénicos. Promover únicamente alineaciones oblicuas de los elementos escénicos con respecto a la línea del arco del proscenio, huyendo en cualquier caso de las perpendiculares y las paralelas.” 1

Estos criterios de composición de la imagen buscaban una mayor vitalidad y naturalidad, y el control de la atención del espectador a la dinámica de la puesta en escena. Esto era una de las grandes preocupaciones del Duque. La iluminación cumplía un papel importante en los montajes de los Meininger, siendo utilizada tanto para generar atmósferas, como para dirigir la atención del espectador sobre determinados elementos escénicos. Se utilizaba iluminación tanto a gas como eléctrica.

Con respecto a la música, Grube sugiere que Reiff, director musical del Teatro de la Corte de Meiningen, se encargaba de arreglar para cada montaje una banda sonora diferente, acorde a los requerimientos de la obra y del Duque. 2

El teatro de los Meininger, al someter el espectáculo a la voluntad del director, robusteciendo con ello la unidad artística de la representación, trasladó el centro de gravedad desde el actor al régisseur. El actor se convirtió en mero ejecutante de la voluntad del director y en el sentido de la creación quedó sometido a él. Por otra parte, esta situación emanaba de la tendencia hacia una integridad artística que exigía cierta nivelación, con respecto a las individualidades demasiado destacadas entre los actores y quizás de que los Meininger no contaban con un elenco de primer nivel. Los Meininger jamás supieron buscar la juventud destacada y talentosa, no estaban en condiciones de formar actores, no crearon ninguna escuela teatral, aun cuando tenían para ello todas las posibilidades.

En el teatro de los Meininger se puede encontrar mucho en común con el teatro de Weimer de la época de Goethe: los unía el predominio de las obras clásicas en el repertorio, la preocupación por el conjunto, el trabajo extraordinario y minucioso sobre el texto, inclusive sobre la acentuación de las palabras y el prolongado tiempo que se dedicaba a los ensayos. Pero, a diferencia del teatro de Weimar, en el de Meiningen jamás ocupó el primer plano ni la dramaturgia ni los actores. El Duque Georg II solo se sentía entusiasmado por la aplicación en el escenario de sus ideas y principios pictóricos. En tales condiciones, la disciplina introducida y establecida por él, ya adaptaba un carácter distinto a la disciplina creadora que imperaba en el teatro de Weimar de la época de Goethe. El Duque no necesitaba maestros eminentes ni destacados sino actores medianos, fáciles de mover de un lado al otro del escenario.

El repertorio que el teatro de los Meininger desarrollaba en sus giras se componía de cuarenta y una piezas, casi exclusivamente clásicas, obras de Schiller, Shakespeare y Kleist. Se elegían obras donde había abundantes escenas de masa. Se aplicaba el principio de selección artística, mientras que la cuestión social de la pieza ni siquiera se planteaba. El primero de mayo de 1874 representaron en Berlín Julio César de Shakespeare, donde obtuvieron el más rotundo éxito. Es a partir de aquí donde se suceden las giras por Viena, Budapest, Londres, Amsterdam, Rusia y Bélgica. A lo largo de 17 años de espectáculos dieron tres mil representaciones.

1 G. N. Boiadzhiev y A. Dzhievelegov, “Historia del teatro europeo”, Ediciones Mar Océano, tomo 5, Buenos Aires 1963 página 193

2 G. N. Boiadzhiev y A. Dzhievelegov, “Historia del teatro europeo”, Ediciones Mar Océano, tomo 5, Buenos Aires 1963 página 193

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